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Allí habrá una calzada, un camino, y será llamado Camino de Santidad Isaías 35:8

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LA MINISTRACIÓN

"Por tanto, amados, teniendo estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor" (2ª Corintios 7:1, LBLA)

INTRODUCCIÓN

La Biblia dice "la senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Pr. 4:18), lo cual nos enseña que somos imperfectos a pesar de haber nacido de nuevo (Ef.4:24). Esta imperfección la entendemos como contaminación, que corresponde especialmente a áreas en nuestra alma (alma=Canaán Ex.6:4) en las que no gobierna el Señor (los reyes que habitaban Canaán, Jos.12) que nos estorban para evitar que disfrutemos de la vida abundante que nos regaló el Señor (Ex.3:8;Jn.10:10), por lo que debemos rendirlas, sojuzgarlas, (Jos.1:2-6) para agradar al Señor y ser perfeccionados (Ef.4:13,22).

DESARROLLO

La palabra Ministración viene del griego Diakonía que significa servicio, contribución, ayuda o asistencia. De allí que es una ayuda para la limpieza, liberación (de ataduras), restauración y prosperidad, es decir el perfeccionamiento de nuestro ser integral: espíritu, alma y cuerpo (1ª. Tes. 5:23). Es importante aclarar que no es un acto, es un proceso. Hay cosas en la vida del cristiano las cuales debe rendir al Señor para caminar agradablemente delante de El, como pecado, heridas en el alma, traumas, complejos, miedos, etc. originadas de diferentes formas, que impiden y atan su desarrollo espiritual (Jn.11:43-44). Sin embargo, el Señor provee los medios para que seamos libres de todo aquello que estorbe nuestro perfeccionamiento, es decir de las contaminaciones que hemos recibido.

 

I.- FOCOS DE DAÑO O CONTAMINACIÓN (Spiloo (gr)= hacer una mancha, inmundicia).

La Biblia nos muestra como el cristiano puede ser dañado en su espíritu o alma y afectar al cuerpo por contaminación:

a) AL ESPÍRITU: 1.-En la Preexistencia (Jn.9:1-3): Este pasaje muestra claramente que aún antes de nacer, o sea en espíritu, pueden haber contaminaciones, de las cuales no entendemos plenamente su naturaleza pecaminosa, pero nos impiden adorar y servir al Señor, y aún afectan nuestro cuerpo (Lv.21:16-24). En el espíritu puede haber altivez (Pr.16:18), la amargura (Ge.26:33-35), la aflicción (Ec.4:4).

b) AL ALMA:

1.-Por Ancestros (1ª.Pd.1:18) Constituye la herencia genética de nuestros padres. (Jer.31:29; Ro.5:12).

2.-En el Vientre (Sal.51:5): Aún en el vientre se puede dañar a la persona, como el caso de Moisés, quien recibió la influencia de la época de terror que vivió estando en el vientre de su madre y le afectó su vida (Ex.1:15-2:2) tomando una actitud beligerante al ver una situación de peligro (Ex.2:11-12).

3.- En la Infancia (Sal.25:7; Ex. 2:2-4): Moisés no solamente vivió bajo terror cuando estaba en el vientre, sino que siendo niño lo escondieron para que no lo mataran, por eso no era libre al expresarse (Ex.4:10), debido a la inseguridad en que vivió.

4.-En la Madurez (1ª Co.12:2): Cuando el cristiano estuvo en el mundo, sin Cristo, el pecado lo contaminó, lo cual dejó ataduras que ahora le impiden caminar con libertad en el Señor (Jn.11:43-44). Mas aún, hay personas que habiéndole entregado su vida al Señor el pecado los alcanza (1ª Co.5:1-5), el cual los contamina y puede atarlos y llevarlos a una condición peor que antes de llegar a Cristo (Mt.12:45).

5.- Por demonios o espíritus inmundos (Mt.16:23) Que quieren volver a tomar el control de la vida por medio de opresión, manipulación de malos recuerdos o pensamientos (1º.Sm.16:14) obsesión, fijación de ideas malas (1º. Sm.16:23) compulsión, tomar el control de la mente, la voluntad (Jue.16:16) y posesión, en los inconversos y los apostatas irreversibles (1º.Sm.18:10).

c) AL CUERPO (R.6:12-13; 1ª. Co.6:18): La contaminación del espíritu o alma afecta al cuerpo a través de la práctica del pecado, esclavizando los miembros para no obedecer al Señor (Ro.7:4-5) teniendo una lucha interior que nos roba la paz (Gá.5:17; Ro.7:20-24), pero Cristo es nuestro ayudador (Ro.7:25).

II.- ¿CÓMO NOS MINISTRA DIOS?

Dios utiliza diferentes medios para limpiar nuestro espíritu, alma y cuerpo de toda contaminación, maldición, atadura o cualquier cosa que nos impida fluir libremente, nos bendice a través de:

 

1.- La Sangre de Cristo (He.13:12; 1ª.Pd.1:2), derramada para salvación del espíritu y rociada para la restauración del alma.

 

2.- El bautismo en agua (Ro.6:3-6), es la primera ministración al alma. El hombre viejo es reducido a la impotencia, como Goliat con el golpe de la piedra lisa en la frente (1º.Sm.17:49) que debemos destruir en el proceso de nuestra vida diaria (1º.Sm.17:51).

 

3.- La Mesa del Señor o Santa Cena (1ª Corintios 11:23-26), nos fortalece, sana y da vida.

 

4.- La Palabra (Jn. 15:3), nos limpia por el poder de Dios que obra a través de ella.

 

5.- La alabanza ungida (1º. Sm. 16:16,23), nos liberta.

 

6.- La prueba (Job 42:1-6), descubre lo oculto del corazón para ponerlo a los pies del Señor.

 

7.- La comunión (1ª. Jn. 1:7) por medio de la cual andamos en luz y por la sangre de Cristo nos limpia de pecado.

8.- La Confesión: Esta faceta es una de las más importantes y más efectivas; en la que llegamos movidos por el Señor ante Él, o ante un discípulo, es decir el Ministro de la Iglesia o las personas delegadas específicamente (Jn.13:5-14), para que escuche la confesión e interceda por nosotros ante Dios (Stg.5:15), y luego olvide lo escuchado (Ge.41:51; Lv.24:5-9) para no juzgar al hermano (Mt.12:7). Debemos recordar que Dios escucha nuestra confesión y él es el que hace la obra en nuestra vida. (2º. Cro.7:14).

 

a) ¿Qué se confiesa?

1.- Pesos (He.12:1): Se deben confesar aquellas cosas que no precisamente son pecado, sino peso que estorba para correr hacia delante (He. 12:1), como los daños, tentaciones, conflictos, etc.

 

2.- Pecados (Stg 5:16): Es confesar los pecados (Prv.28:13) que cometidos en cualquier momento de nuestra vida, de manera que Dios vaya destruyendo toda atadura, acusación o tentación que quiera hacernos caer de nuevo.

 

b) Facetas de la Ministración por confesión, por medio de las cuales Dios hace la obra en su pueblo:

1.- Oír (1º. Sm. 1:12,17): La persona que ministra únicamente debe escuchar a quien confiesa su caso.

 

2.- Consejería (Rut 3:1-6): Es necesario aconsejar conforme a la Palabra de Dios (1ª.Pd.4:11) al que se ministra para ayudarlo a salir de su problema. Es importante que la oveja sepa escuchar (Ro.10:17) para sanar.

 

3.- Re-entrenar el alma (Sal. 103:2): Es orientar al hermano (Ef.4:28-32) para entrar a un proceso de reprogramación del el alma para Dios.

 

4.- Liberación (Mrc.5:1-19): Únicamente por el poder de Dios y la guianza del Espíritu Santo es que en algunos casos se muestra la necesidad de liberar a la persona, de la contaminación por espíritus malos.

 

CONCLUSIÓN

La Ministración es un proceso que debemos buscar continuamente para disfrutar de la vida en abundancia que Dios tiene para nosotros (Jn.10:10). La Ministración es la ayuda de Dios para suplir las necesidades de nuestro ser integral para ser hallados irreprensibles en la venida del Señor (1ª. Tes.5:23).

 

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